Ha sido el mejor regalo que pude haber recibido, desde entonces empecé a recorrer un camino que parece interminable; sí, el desarrollo humano es tan grande que pareciera no tener fin.
Formar parte de este gran proyecto colectivo fue una oportunidad que cobró un doble sentido: darse y recibir a los demás.
Ser facilitadora me ha enriquecido como ser humano, porque es:
Un trabajo voluntario que se disfruta, un compromiso académico que se asume con responsabilidad, por el placer de servir a los demás.
La oportunidad de aprender a escuchar con un silencio acompañante la apertura del alma, que conduce a la comprensión y entendimiento del otro.
Una oportunidad de compartir conocimientos y crecer en el amor por uno mismo y los otros, en un constante descubrimiento.
Recordar el valor de vivir y convivir, formar parte de una comunidad, donde los encuentros, de persona a persona, forman parte de lo cotidiano. Aprender introspectivamente y poder trascender, en espacios de reflexión colectiva que invitan a regalarse momentos de soledad, soledad que no es aislamiento sino diálogo interior.
Mtra. Abigail Lara Pérez
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